El levantamiento de postes y su incorporación dentro de rituales no es un elemento común de las ceremonias andinas. La escasez de postes como elementos rituales en los Andes Centrales puede deberse en parte al dominio ejercido en esta zona durante la prehistoria tardía por parte de los incas y, de manera más general, en épocas anteriores, por parte de quechuas y aymaras. Sin embargo, los postes, pilares, y árboles son objetos simbólicos y rituales bastante comunes en otras partes del mundo (Egenter 1992; 1993; James 1966). El izamiento del gallardete en Huamachuco puede haber estado relacionado, en algún pasado remoto, con los precursores del "Arbol de la Vida" en el Cercano Oriente o con el "Baile de las Cintas" o Maypole en Europa. Los postes y árboles son elementos rituales comunes, aunque no ubicuos, entre las religiones shamánicas del Nuevo Mundo y estas religiones están estrechamente relacionadas entre sí, habiéndose originado muy probablemente de una fuente común durante los últimos 12,000 a 15,000 años. Debido a esta herencia compartida, es útil comparar el significado simbólico y el uso ritual del poste en Huamachuco con algunos otros ejemplos del Nuevo Mundo. Sin embargo, antes de hacer esta comparación, debemos definir tan bien como sea posible cuáles son los elementos esenciales del ritual de Huamachuco.
Para definir los elementos básicos del uso ritual de postes en Huamachuco, debemos combinar la evidencia que tenemos de la arqueología, la etnohistoria y la etnografía. La arqueología nos da una idea del contexto en el cual tuvo lugar el ritual original pero no nos ofrece detalles del ritual en sí. Los agustinos si nos brindan una descripción del poste mismo y de las actividades que se desarrollaban en el poste y a sus alrededores y nos permite ubicar el ritual dentro de las ruinas de galpones nichados. La fiesta moderna nos brinda información, no disponible en las otras dos fuentes, sobre importantes aspectos de la selección, transporte y elevamiento del poste. Si bien estas tres fuentes de información nos dan tres visiones distintas del ritual, estas visiones son como instantáneas tomadas a lo largo de 1500 años, capturando cada una sólo unos cuantos aspectos de una ceremonia que cambiaba constantemente.
Combinando estas diferentes fuentes de información, podemos obtener un posible esbozo de la ceremonia. Ella puede estar relacionada con un culto a los ancestros y puede haber sido realizada originalmente por grupos de linaje. Tanto la arqueología como la etnohistoria sugieren que la comida y la bebida eran aspectos importantes de la ceremonia. Ella también involucraba el sacrificio de cuyes por parte de un "sacerdote" que subía al tronco para realizar el sacrificio. Es posible que también se hayan sacrificado camélidos. La sangre era usada para untar el poste; partes de los animales sacrificados eran dejadas en los nichos como ofrendas. Se derramaban licores en la base del poste. Se colocaba sanco (una mezcla de maíz, agua y, frecuentemente, sangre) en la base del poste o se untaba con él la parte inferior del poste. El poste estaba envuelto en paja, pero no se describe claramente la forma de esta cubierta. Es probable que el poste haya sido levantado al inicio del ritual y bajado al final; el comentario de Juan de San Pedro de que "tenyan vnos hoyos donde hincavan vnos palos para hazer las fiestas y en medio ponyan vn palo y rebolvianle con paJa y untavanla..." sugiere que existían hoyos permanentes donde colocar los postes y que, de hecho, él vio el levantamiento, la decoración y el untado de un tronco. Alzar y descender el poste marcaba la duración del ritual en el pasado, como marca la duración de la fiesta moderna.
La información etnográfica sugiere que la búsqueda y el transporte del poste era parte del ritual y, en particular, que el poste era traído hasta el lugar del ritual a través de ceremonias rituales que enfatizaban las líneas rectas. La idea de rutas rectas, o ceques, está relacionada a la unión de lugares y grupos (Zuidema 1964; 1978) y puede haber simbolizado la unión entre los lugares donde vivían los participantes de la ceremonia y los lugares ceremoniales centrales como Marcahuamachuco y Viracochapampa, donde se desarrollaban los rituales.
Actualmente, la cooperación requerida para levantar el poste enfatiza la unidad de todos los republicanos y los diferencia de los habitantes del pueblo. En el pasado, el transporte y la elevación de postes puede haber reafirmado la afiliación a un linaje y la separación entre linajes.
Si bien no tenemos información directa, ni de la arqueología ni de la etnohistoria, sobre la época en que se realizaba el ritual, el^que fa fiesta moderna se lleve a cabo en agosto puede ser significativo. Agosto es el mes de "romper tierras" y de la plantación del primer maíz según Guamán Poma (1980 [1615]: 251 [253]; cf. Molina 1959 [1575]: 42-22, quien ubica la plantación del primer maíz en julio). Este es el inicio del ciclo agrícola. La inserción del poste en el suelo y su erección y untamiento con sangre asumen fuertes connotaciones masculinas en un contexto en el cual la tierra es considerada femenina. Este simbolismo fálico al inicio del ciclo agrícola puede estar relacionado con la conmemoración de los ancestros como la fuente directa de la vida humana y la concepción de Ataguju como la fuerza creativa esencial.
Algunos de estos mismos temas se presentan en otras culturas del Nuevo Mundo en el contexto de postes rituales.
Los mapuches de Chile, por ejemplo, también tienen postes o pilares rituales llamados rewe (Cooper 1946; Faron 1968). E1 rewe es el poste sagrado del shamán y consiste en una rama o varias ramas clavadas en el suelo o amarradas a un pilar recto muy grueso; las ramas pueden tener tres a cuatro metros de alto mientras que el pilar generalmente tiene dos metros de alto y cuenta con escalones o ranuras tallados en él y algunas veces está adornado con una cara tallada. Las ramas generalmente son cortadas del árbol canelo (Drimys winteri) o de otros árboles sagrados. El rewe es colocado frente a la casa del shamán como un distintivo. Durante las ceremonias, el shamán sube por los escalones del pilar, se desmaya y, al caer, es recibido en una manta. El rewe también es un elemento importante del ñillatun o rito de fertilidad agrícola. Esta ceremonia tiene lugar en un gran campo ceremonial. E1 rewe sirve como altar principal y las ramas que rodean al pilar central son renovados cada vez que se realiza la ceremonia. E1 shamán algunas veces participa en el ñillatun trepando el pilar, usando ventriloquismo, desmayándose, etc. (Faron 1963). Los corazones de los animales sacrificados son colocados en el rewe y otras ofrendas son colocadas alrededor de su base.
Se ofrecen plegarias a ñenechen (la deidad suprema), a los ancestros y a otras deidades para que los cultivos sean abundantes y los animales se multipliquen. La preocupación por obtener una actitud propicia de parte de los espíritus de los ancestros es un componente central del rito de la fertilidad y Faron (1968: 99) señala muchas similitudes entre los ritos funerales y el ñillatun.
En el sureste brasileño, los botocudos y los mashacalís tienen postes ceremoniales que parecen servir como conductos para los espíritus (Lowie 1946a: 394-5; Métraux 1946; Métraux y Nimuendajú 1946). E1 poste de los botocudos tiene unos 3 metros de alto y la parte superior tiene tallada una forma humana. El poste es sagrado para los espíritus que moran en el cielo y conceden favores a la gente. El shamán puede, mediante cánticos, inducir a los espíritus para que desciendan, a través del poste, del cielo a la aldea, a la cual protegerán de todo mal. E1 poste de los mashcalís es más alto, tiene unos 5.5 m, y está colocado frente a la casa de los hombres en la plaza donde se realizan las danzas. Se cree que las almas de los ancestros muertos descienden del cielo a través del poste mientras los hombres de la aldea bailan a su alrededor. A partir de las breves descripciones disponibles, parece que el poste de los botacudos podría ser una característica fija de la aldea, mientras que los mashcalís parecen haber colocado el poste para una festividad específica.
Lowie (1946b: 510-512) brinda una breve descripción del Gran Fiesta de los sherentes, que se realiza con el fin de evitar la sequía. Después de un ayuno de tres semanas terminado con una comida de pasteles de carne, se levanta un alto poste de 9 m. Un hombre trepa hasta la parte más alta del poste con una esterilla y pide fuego al sol; la esterilla se prende con una chispa proveniente del cielo y el hombre la deja caer al suelo, donde es utilizada para encender otros fuegos. Entonces, otros hombres trepan al poste y allí tienen visiones de sus parientes muertos. Cada uno de ellos toma algún objeto pequeño, como una pluma o una hoja, y la deja caer desde la parte más alta del poste diciendo que es su alma. Estas almas son recolectadas en una calabaza en la parte inferior del poste y posteriormente son devueltas a cada hombre. Por último, trepa al poste una de las autoridades de la fiesta; él recibe a través de una estrella de Orión el mensaje del sol que dice estar complacido por la fiesta y que concederá lluvias.
Los chibchas tenían una forma de sacrificio humano que incluía un poste. Un esclavo era amarrado dentro de un cesto colocado en la parte superior del poste. Luego, unos guerreros le lanzaban dardos atlatl mientras los sacerdotes recogían su sangre. Este sacrificio puede haber estado dedicado al sol, que "comía personas" (Kroeber 1946: 906-7). El sacrificio chibcha puede estar relacionado con el sacrificio azteca con flechas, en el que un prisionero era amarrado sobre una estructura elevada hecha con postes y allí recibía los disparos de flechas. E1 sacrificio era ofrecido especialmente a Xipe Totec, el dios de los cultivos y la primavera, una deidad relacionada con la diosa madre-tierra y que es patrón de los metalúrgicos (Nicholson 1971: 423-24, 430; Weaver 1972: 257). Algunas veces, el sacrificio con flechas también era realizado como parte de la Fiesta de la Cosecha en setiembre (Nicholson 1971: cuadro 4).
En otro ritual azteca, Xocotlhuetzi, se fabricaba con una masa de harina una imagen de la deidad Otontecuhtli-Xocotl, la cual era colocada en la parte superior de un alto poste hecho de un árbol de pino (Nicholson 1971: 444). Los niños competían por ser el primero en trepar hasta la parte más alta del poste y coger la imagen, ascendiendo mediante cuatro cuerdas o usando lazos amarrados al tronco (Nicholson 19?1: cuadro 4 y figura 49; Kurath 1967: figura 5). Algunas veces, un sacerdote o noble se arrojaba desde la parte más alta del poste como un autosacrificio a los dioses de la lluvia (Kurath 1967: 168). El árbol para este ritual era cortado en el campo, traído y colocado a la entrada del pueblo a fines de julio o comienzos de agosto. El ritual en sí tenía lugar en agosto, después de lo cual el poste era bajado (Nicholson 1971: cuadro 4). El ritual formaba parte de la Gran Fiesta los Difuntos.
Otro ritual mesoamericano famoso que incluye un poste es la danza de los voladores, que tiene numerosas variantes en diferentes regiones. Entre los huastecas, el árbol que va a ser utilizado como poste en este ritual es seleccionado y cortado con mucha ceremonia y es arrastrado al pueblo, siendo colocado en un hoyo cavado frente a la iglesia, donde se ha puesto un pollo vivo (Laughlin 1969: 306). Los danzantes representan a colibrís, halcones, águilas o el descenso de la lluvia (Kurath 1967: 168). La variante totonaca utiliza cuatro danzantes que simbolizan las cuatro direcciones. Ellos ascienden hasta lo más alto del poste y se amarran cuerdas alrededor de sus cinturas. Las cuerdas han sido enrolladas en el poste de tal manera que cuando los hombres saltan descienden en una espiral de 13 revoluciones. Los cuatro hombres que circulan 13 veces el poste representan el ciclo calendario de 52 años (Kurath 1967). Los danzantes huastecas ayunan y ofrecen plegarias a los dioses y a los difuntos antes de la ceremonia; durante la ceremonia, un pavo es llevado a lo alto del poste y allí se le arrancan las plumas una por una (Laughlin 1969).
Los choctaw, que vivían en lo que ahora es el sur de los Estados Unidos, tienen una serie de mitos y rituales relacionados con postes. En el mito que describe su migración, reminiscente del mito de la migración inca, una vara muy larga, un poste, les sirve de guía. El mito relata una prolongada migración de toda la tribu a lo largo de años o incluso generaciones. Durante toda la migración, ellos llevaron los huesos de sus ancestros en sus espaldas. El poste, descrito a veces de color rojo y otras de color blanco, era llevado por el shamán, quien lo plantaba en el piso cada noche al acampar.
Cada mañana, encontraban el poste inclinado hacia el sureste, indicando que ellos debían continuar en esa dirección. Cuando finalmente Ilegaron al lugar en el que se suponía que debían asentarse, el poste indicó esto mediante nuevos movimientos y "bailando".
En ese punto, ellos construyeron un gran montículo y enterraron los huesos de sus ancestros en él. Encontraron que su nueva tierra era fértil y prosperaron. Posteriormente construyeron un segundo montículo en el cual colocaron el poste sagrado de manera permanente.
Sin embargo, cuando el poste fue colocado en la parte más alta del montículo, empezó a saltar arriba y abajo, introduciéndose cada vez más profundamente en el montículo, hasta que quedó completamente enterrado (Swanton 1931: 10-24 y sig.). También se levantaban postes de pino para el maíz verde y se hace mención a un poste con un ornamento en forma de sol (Swanton 1931: 14 y 19). E1 rito de duelo también incluía postes. Los choctaw practicaban el entierro secundario: primero, el cuerpo era exhibido, luego se retiraba lo que quedaba de carne y finalmente se enterraban los huesos limpios. Cuando los huesos eran colocados en la tumba, se levantaban postes pintados de rojo en ese lugar. Generalmente, se colocaban seis postes de unos 2.5 m de alto alrededor de la tumba y un poste más alto, de unos 4.5 m, era colocado a la cabecera de la tumba. El poste más alto tenía trece aros de vid suspendidos mediante cuerdas para formar una especie de escalera y en la parte superior tenía una pequeña bandera blanca. Los aros servían como una escalera para ayudar al alma a ascender hasta la parte más alta del poste, de donde partía hacia el mundo de los espíritus. Los postes eran retirados después de 13 meses, lo que marcaba el fin del período de duelo (Swanton 1931: 177-178 y 190-91).
El ejemplo final que se discutirá en este trabajo es la Danza del Sol de los indios de las llanuras. La Danza del Sol era realizada por una serie de tribus de manera diferente (Spier 1921). Sin embargo, siempre, un elemento importante del ritual era un gran árbol ahorquillado que era levantado como el poste central del lugar en que se realizaba la danza. Spier (1921: 491) considera de hecho que "la actividad esencial es simplemente levantar dentro de una estructura circundante un poste, delante del cual danzan los adoradores". El cortado, transporte y levantamiento del poste inicia la Danza del Sol propiamente dicha, aunque ya se han realizado algunas actividades preliminares. El árbol que va a servir como poste central es escogido cuidadosamente y es tratado como un enemigo, golpeándolo antes de cortarlo. Personas especialmente calificadas cortan el árbol; entre los cheyennes, sólo los jefes participan en el cortado y transporte del árbol (Hoebel 1960).
Frecuentemente, el árbol era traído al campamento en cuatro etapas, cada una separada por descansos durante los cuales se ofrecían plegarias. Antes de levantarlo, se amarraban varios elementos ceremoniales a la horquilla del árbol. Generalmente estos elementos incluían un manojo de hierba, al que se llamaba nido, nido de águila o nido del pájaro del trueno. Frecuentemente, también se amarraba una piel de búfalo en la horquilla. Frecuentemente, el poste era decorado con pintura negra o roja. Algunas veces se hacían tres intentos de alzar el poste antes de que éste sea levantado exitosamente en el cuarto intento. En algunos grupos, la gente se monta en el poste y agita sus brazos imitando a los pájaros mientras éste está siendo levantado. Después de que el poste ha sido levantado, empieza la danza, que dura varios días y noches. Uno de los aspectos más notables de la Danza del Sol es la realización de diferentes actos de automortificación, como arrancarse trozos de piel o cortarse dedos; sin embargo, estos actos de autosacrificio constituyen una característica secundaria de la Danza del Sol y son resultado de juramentos personales, no tribales (Hoebel 1960: 16; Spier 1921: 494). La Danza del Sol generalmente era relacionada con el incremento en el número de búfalos; los cheyennes creían que esta ceremonia era necesaria para "rehacer completamente el mundo" (Hoebel 1960: 11).