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No hay mas que seis horas de Cajabamba a Huamachuco (1), pero el camino, que comprende tres subidas y tres descensos abruptos, obliga a que las mulas avancen con mucha lentitud y en un continuo serpenteo.

Al salir de Cajabamba se pasa cerca de la estancia de Chitabamba, y luego junto al caserio de Purumarca, se deja a una legua a la derecha, sobre la vertiente, la choza de Marca Valeite, y, más allá, el caserío de San Miguel.
A una legua de este punto esta el descenso y la terrible subida de la Quebra donda (pronunciación viciosa de Quebrada honda, garganta profunda).

No es imposible que en tiempos de los autóctonos se atravesara la Quebra donda en una oroya (2) Existe en efecto, de cada lado, un pilar enorme de albañileria, y el sistema de correos antiguos exigía la considerable economía de tiempo que se podía lograr de ese modo. Se necesitan dos horas y media para descender y llegar a Quebra donda. Se requieren diez o quince minutos para pasar en una oroya. Cuando se sale de ese profundo barranco se entra en una pampa llamada Paja Blanca.

A algunos metros a la derecha del camino que siguen las mulas, se ve, de norte a sur, un sector de ciento cincuenta metros del camino de los incas. Al este de la vía se elevan vestigíos de ruinas en gran número, pero no ofrecen más que un mediocre interes. Los cimientos prueban que los edificios eran vastos. Por desgracia no queda sino una parte de los muros exteriores, que subsisten hasta una altura de mas o menos un metro. Los muros divisorios interiores se han caido todos.
A dos kilometros al norte de Huamachuco(3) se encuentran (a la izquierda de la ruta actual) las ruinas de Viracochapampa.

Se levantan sobre una llanura nivelada con el mayor cuidado y uniforme como un vidrio. Las construcciones forman un conjunto que permite considerar todo el grupo de casas como un solo monumento. Se trata de un inmenso cuadrilatero rodeado por tres muros. Ocho grandes grupos de construcciones se elevan en el interior, en filas de tres. Una inmensa plaza con un terraplén al medio forma el grupo central. Todo el edificio esta orientado. La entrada exterior mira hacia el este.

El terraplén no tiene mas que una sola escalera, igualmente orientada hacia el levante; cuatro puertas dan acceso a unos galpones (recintos); las construcciones que se encuentran en las cuatro esquinas del gran recinto encierran casitas más pequeñas. Los muros exteriores se elevan a alturas desiguales; el muro interior es el más alto. Alcanza veinte metros de altura, y las numerosas puertas y ventanas que hay en el se asemejan a palcos que diesen sobre esa arena, que se extiende por mas de trescientos sesenta mil metros cuadrados. No hay ninguna duda de que entre esos muros existían otrora vastas galerías y salas en tres pisos superpuestos. Las mensulas que sostenían esos pisos subsisten todavía.

El material de relleno entre las piedras negras de aparejo tiene el color rojo de las tierras ferruginosas. Los canales de irrigación pasaban al patio, al que rodeaban y atravesaban a cuarenta metros uno de otro, de manera que cada recinto, así como la gran plaza con su terraplén, se destacaba sobre un islote. Losas esquistosas, formando puentes, permitían la comunicación. Ese inmenso palacio, que visto de fuera se escalonaba semejante a una piramide, debia presentar, con su techo de hojas de agave, con sus muros de aparejo coloreado y obscuro, con su patio rodeado por esa alta muralla en que se abrían ventanas, con sus escaleras al aire libre, un aspecto de imponente originalidad y que no carecia de encanto.

Era solo un santuario que albergaba a los sacerdotes, a sus asistentes y a sus familias? Era una casa de virgenes del sol, semillero de mujeres para el inca, haren del gobernante supremo? ¿Era una casa de reyes que alojaba al principe y a su corte? Poco nos importa que fuese el dios Sol o su hijo, el inca, quien fuese venerado allí: el hecho cierto e importante es que el monumento constituye una prueba palpable del valor de los arquitectos, de la habilidad de los artesanos, de la audacia de los ingenieros, y, punto capital, testimonio de la actividad de una sociedad que se siente vivir y que quiere vivir bien.


NOTAS

1) - Dos días después de abandonar Ichocán, Hernando Pizarro llegó a Guamachuco (ortografía que usan Cieza de León, Jerez y Herrera). Garcilaso escribe (Coment, lib. VI, cap. XIV) Huamachuco. El mismo capitán se desplazó también a Viracochapampa (V. Jerex, Conquista del Perú).

2) - La Oroya era una especie de barca áerea. Vease el capitulo sobre La Arquitectura.

3) - Huamachuco es llamado Guamachuco por Cieza de León, Jerez y Herrera. Garcilaso (Coment., lib. VI, cap. XIV) escribe Huamachuco, la ciudad lleva hoy el nombre de Marca-Huamachuco, para distinguiria de la ciudad moderna. La ciudad antigua fue descubierta por Hemando Pizarro el 7 u 8 de enero de 1523, después de que dejó, por orden de su hermano, Cajamarca. Antes de la división territorial en provincias y departamentos Huamachuco pertenecía a la jurisdicción del obispo de Trujillo.





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