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5.- LAS 9 HUACAS PRINCIPALES

Después de presentar la historia de catequil y el mito de la creación, el manuscrito enumera nueve huacas principales: vlpillo, pomacama, caoquilca, quimgachugo, nomadoy, guaracayoc, guanacatequil, casipoma y llayguen. Aunque, en esta parte del texto, se nos da alguna noción de tiempo, mencionando que tanto Huayna Capac como Topa Inca adoraron estas huacas, no son analizados, en cambio, ni el significado ni la naturaleza de las mismas.

Sin embargo, algunas huacas con estos mismos nombres o variantes de ellos (Ilaiguen, caoquilca, casiapoma, vzorpillao) aparecen posteriormente en el manuscrito en contextos en los que se proporciona alguna información sobre su naturaleza propiamente dicha. Algunas de estas huacas son también mencionadas por Cristóbal de Albornoz8 (Duviols 1967: 31).

En relación con actuales toponímicos, es posible indentificar cinco de las nueve huacas principales (fig.14). Dado que el orden en las listas de enumeración frecuentemente tiene algún significado en el contexto andino, las huacas han sido identificadas en nuestro mapa con letras cuyo lugar alfabético respeta el orden de la lista original de la Relación (A=vlpillo; R=pomacama; C=caoquilca; etc.). No obstante, parece que en este caso, no es significativo el orden en que las huacas han sido enumeradas. Presentaré las nueve huacas en cuatro pares de huacas relacionadas y una quedará aparte.

La primera pareja incluye a guaracayoc y guanacatequil. Cristóbal de Albornoz dice que guaracayoc era el "pacarisca" o lugar de origen de los indios de Huamachuco (Duviols 1967: 31). Puesto que conocemos por el documento de los agustinos que el lugar de origen era el Cerro de Huacate, es posible que guaracayoc sea un nombre más específico o un nombre alternativo para el santuario ubicado en el lugar. El guaracayoc (quechua) puede ser traducido como la persona versada en el manejo de la honda; esto sugiere que guaracayoc podría ser un título de catequil quien produce el trueno y el relámpago con su honda (f. 6v.). Arriaga (1968 �1621?: 233) menciona que Francisco Cano, encontró y destruyó una huaca Ilamada "huaracayac" (sic) en Cotas. Este huaracayac tuvo un hijo, rimay (en quechua "hablar") nombre que permite suponer que se trataba de un "oráculo". Todo esto sugiere que guaracayoc era un título quechua aplicado a catequil o un tipo similar de divinidad de naturaleza de un oráculo o héroe cultural o fundador de linaje o deidad celestial que podría haber tenido una buena y amplia presencia en las tierras altas del norte. También guanacatequil debe ser referido de alguna manera a catequil; quizás "guana" no sea más que una determirnación del "huayna" quechua que significa "joven" y, en ese caso, guanacatequil sería uno de los muchos hijos de catequil (f.7v).

La segunda pareja está integrada por pomacama y nomadoy. Cristóbal de Albornoz (Duviols 1967: 31 ) menciona a ambas huacas. La primera, "pomacomas" es la huaca principal de los indios de Huamachuco y pertenece a la parcialidad de Guacapongo, mientras que namuday (sic) es la huaca de la comunidad de Llampa. Namuday es una quebrada en la parte alta del valle de Chicama (Fig.14). No me ha sido posible encontrar ningún toponímico que remita a pomacama; el problema de localización de esta huaca puede ser más difícil todavía si pomacama es una versión quechuizada de lo que originalmente era un nombre en el idioma culle (lengua indígena de Huamachuco). Albornoz ubica pomacamas en una colina a lo largo del pueblo de Guacapongo. Hay una aldea moderna que lleva ese nombre en la parte alta del valle de Virú que ciertamente existía en el s. XVIII (Martínez Compañon 1978 �1789?: Tomo I. Carta Topográfica de la Provincia de Truxillo...; Feyjoo 1984 �1763?: Carta Topográfica...). No he podido confirmar, sin embargo, que existiese una población con ese nombre en el s. XVI. No es mencionada tampoco ni por González de Cuenca (ms) ni por Mogrovejo (1920 �1593?). Es posible que Albornoz se haya referido al pueblo de Santiago de Chuco, la principal población de la guaranga de Guacapongo.

El tercer par de huacas lo integran vlpillo y quimgachugo. Las he identificado con dos picos muy altos, Cerro Urpillao y Cerro Quinga, ambos de más de 4.000 mts. de altura y con una vista que domina la costa. Albornoz comenta (Duviols 1967: 20) la especial reverencia que los incas tenían por los altos picos que sobremiran la costa. Cerro Urpillao está en el territorio perteneciente a la guaranga Llampa mientras que Cerro Quinga se encuentra en tierras de la guaranga Guacapongo. Ninguna de estas dos huacas es mencionada por Cristóbal de Albornoz, pero los agustinos analizan una huaca llamada vzorpillao con cierta extensión (ff.10 y lOv). Los frailes fueron muy impresionados por el santuario, sus ornamentos, así como por el temor y reverencia con que el ídolo era tratado: En la Relación mencionan que sólo la gente del "pueblo" podía ir al santuario. pero no está claro si ésta palabra equivale a "asentamiento" o a "comunidad"9. También mencionan que la gente tenía que ayunar por todo un año completo antes de ir a dar culto a esta huaca y que, dado que pocos podían cumplir con este requisito, los que no lo hacían le adoraban en una alta montaña a una legua de distancia del santuario mismo10.

Las huacas caoquilca y llayguen forman la cuarta pareja. Ambas pueden ser identificadas con nombres de cerros (Fig. 14).

Llaiguen (sic) es posteriormente descrita como una roca en una profunda cueva (f.7v y 8), a donde la gente venía de todas las provincias para pedir las cosas que necesitaban, especialmente el agua. Caoquilca es descrita como una roca en forma de mano, cerca de ella había un pequeño edificio construido de madera de molle y un edificio mayor en el cual realizaban las fiestas y almacenaban gran cantidad de lanzas. La gente venía de siete u ocho poblados para pedir el agua a caoquilca.

La última huaca, de las nueve enumeradas, era la llamada casipoma o casiapoma. Se la presenta como un ídolo de madera que parece haber tenido la forma de un falo de alrededor de palmo y medio de largo (12 pulgadas)12. Aparentemente fue encontrada en la misma ciudad de Huamachuco13asi Huayna Capac tuvo por ella una especial preferencia.

Aún con las aclaraciones que el texto ofrece posteriormente y la información adicional que proporciona Albornoz, es difícil precisar la significación que tenían estas huacas. Con todo, hay tres puntos que constituyen una base útil para su interpretación:

l. Es claro que los agustinos creen que estas huacas eran las más importantes de la provincia.

2. La información de Albornoz indica que, al menos algunas de estas nueve huacas, eran suficientemente importantes como para ser incluidas en su lista de huacas de mayor importancia del mundo andino.

3. La estructura jerárquica de la lista de Albornoz nos proporciona un interesante dato sobre la posible significación de las huacas.

De alguna forma, la enumeración de Albornoz puede ser vista como incorporando tres niveles jerárquicos. En la cima está catequil, una de las más importantes huacas del imperio incaico. Le sigue guaracayoc, lugar de origen de todos los indios de Huamachuco. A continuación vienen pomacamas y namuday que son huacas principales, respectivamente, para las guarangas de Guacapongo y Llampa. A estas huacas podemos añadir las dos escarpadas montañas de los cerros Urpillao y Quinga de los cuales Albornoz no hace mención nominal pero que se encuentra dentro de la categoría de los grandes picos desde los cuales se domina la vista del océano y cuya importancia él enfatiza.

Parecería, entonces, que la significación de las huacas se debe, al menos parcialmente, al hecho de que simbolizan los roles sociales desempeñados por grupos de gentes con diferentes niveles de inclusividad. En el nivel más alto, huacas tales cnmo catequil y Pachacamac, mejor conocido, tuvieron influencia en todo el imperio Incaico. En cambio, huacas como guaracayoc y guanacatequil, en tanto que participan del prestigio de catequil, fueron de importancia local. Casipoma, como veremos, era parte de un número de huacas que reflejan el hecho de la ocupación inca y que representan la mezcla de los conquistadores y los mitimaes colonizadores; en este caso, casipoma puede representar la influencia personal de Huayna Capac en el área de Huamachuco. Finalmente, las huacas representativas de la población local son pomacama, nomadoy, vipillo, quimgachugo, caoquilca y llayguen.

Estas últimas huacas constituyen un patrón interesante. Es claro que pomacama y nomadoy representan a las guarangas de Guacapongo y Llampa, respectivamente. Ambas pueden haber sido localizadas en elevaciones muy bajas. La interpretación más probable de ulpillo y guimgachugo es que éstas son los picos más altos de los territorios Llampa y Guacapongo; además de ser estrechamente asociados con estos grupos sociales, los picos definen el extremo superior de un eje vertical cuya base está representada por las otras dos huacas ya mencionadas. Ambas guarangas, entonces, pueden ser vistas como ocupando territorios con dimensiones verticales y horizontales bien definidas.

En contraste con la situacíón anterior, Albornoz no menciona huacas principales como pertenecientes a las guarangas de Lluicho y Andamarca. Podrían haber estado asociadas a estos grupos, con alguna probabilidad, las huacas de Ilayguen y caoquilca, dado que se encontraban establecidos en sus respectivos territorios. Como quimgachugo y ulpillo, ahora son identificados con nombres de quebradas, lagos y picos de más de 4.000 m. de altura. Ambos estaban en lugares a donde la gente acudía para pedir el agua y otras cosas necesarias; por eso estaban relacionados con el bienestar físico de la población. Cada uno de ellos es descrito como estando al servicio de una gran población y, de hecho, poblaciones más grandes que las que uno podría esperar si dichas huacas estuvieron asociadas con esas dos relativamente pequeñas guarangas. La Relación afirma que "... gente de todas las provincias..." venían a llayguen, y que siete u ocho pueblos se reunían en caoquilca 14 . Todo esto nos enfrenta a una alternativa: o estas huacas en realidad tenían una amplia influencia y fueron omitidas inadvertidamente en la lista de Albornoz o los agustinos exageraron algo su importancia.

Sea lo que fuere de este caso, es interesante constatar que mientras que las guarangas de Lluicho y Andamarca no están claramente representadas por huacas, las de Guacapongo y Llampa están completa y definitivamente representadas por sus huacas. Espinoza (1974: 33) ha propuesto que la huaranga de Lluicho había sido creada por el Inca en 1500 d.C. por subdivisión de la huaranga Llampa. Esta interpretación se basa solamente en el hecho de que las genealogías de los líderes de la huaranga de Lluicho pueden ser documentadas solo a partir de esta fecha (1974: 35). Sin embargo, la débil asociación de las huacas con estas huarangas apoya fuertemente la idea de que ambas, Lluicho y Andamarca, podrían haber sido creadas por el Inca.

(8) Albornoz dice lo siguiente:
"Provincia de Guamachuco y Caxamarca:
Apocatiquillay, guaca de las más prencipales del reino, de los indios guamachucos. Era unas piedras altas en un llano, y como en el ayre encima destas, cerca del pueblo de Uruchalla.
Pomacamas, guaca prencipal de los indios guamachucos de la parcialidad de Guacapongo. Era una piedra en un cerro junto al pueblo de Guacapongo.
Guaracayoc, guaca de los indios guamachucos, era su pacarisca. Namuday, guaca de los indios guamachucos, era su pacarisca. Es una peña en una quebrada que se llama quichuas, cerca de un pueblo llamado Alá".

(9) Los agustinos mencionan que una ciudad cercana estaba destruida por la huaca, sin embargo parece que ésta se encontraba en un estado más ruinoso que el santuario mismo. Ellos tuvieron que destruir el santuario y observaron materiales perecederos tales como tejidos, mientras que la ciudad cercana es descrita como algo abandonado desde hace mucho tiempo y con la mitad de los muros derruidos. Parece probable que "pueblo" se refiere entonces, a una "comunidad" que podrfa ser la de la guaranga de Llampa.

(10) En la discusión de uzorpillao, los agustinos mencionan que la fiesta la hacen "desnudos en cueros". Arriaga (1968, 1621?: 217) usa esta misma frase en relación a la fiesta que tiene lugar en diciembre cuando maduran las paltas (o aguacates). La fiesta descrita por Arriaga incluye una carrera desde la plaza hasta una alta montaña; si en el curso de la carrera, los hombres se cruzaban con una mujer, la atacaban. En Huarochiri, los hombres bailaban desnudos en honor de Chaupiñamca en junio, tiempo considerado de gran fertilidad (Taylor: 203). Quizás las fiestas a uzorpillao también estaban relacionadas con la fertilidad.

(11) La palabra usada en el manuscrito es "mano" que puede significar tanto "mano" como un cierto tipo de piedra de moler.

(12) Santa Gestrudis (1970, 1775?: 226-227?) relata una historia, que le fue contada por el sacerdote de Huamachuco, del hallazgo de un ídolo en Viracochapampa, ídolo que era usado por los indios para la defloración de las vírgenes. Santa Gertrudis parece haber sido aficionado a las historias audaces y el sacerdote que le contó la historia llevada poco tiempo en Huamachuco y él mismo había oído la historia del sacerdote anterior; por consiguiente, el relato es, al menos de segunda mano y podría ser exagerado.

(13) La frase "...que hallamos En el pueblo..." (f.8v) parece indicar la ciudad de Huamachuco. La frase "...sacose y traxose a el conbento / de guamachuco..." hace algo ambigua la identificación de la ciudad. Tanto el hecho de la identificación de este ídolo con Huayna Capac como el de que Huamachuco era centro administrativo incaico (Topic y Topic, en prensa) apoyan la interpretación en el sentido de que el "pueblo" referido era Huamachuco.

(14) Calancha (1974-1981, 1638?: 861 y 2055) afirma que Huamachuco tenía 22 "pueblos y anexos" y, además, una población tan dispersa estaba la población antes de las reducciones toledanas. González de Cuenca (ms.) menciona 22 "pueblos" ocupados por la población indígena; unos pocos más estaban ocupados por mitimaes.



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