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3.- LA ARQUEOLOGIA DEL DOCUMENTO

Aunque eI estímulo original para este ensayo resultó de mi investigación arqueológica en algunos lugares de la provincia incaica de Huamachuco, este estudio no se basa, en primera instancia, sobre datos arqueológicos.

Una de las principales dificultades para usar el documento como una fuente arqueológica es la falta de información precisa sobre la ubicación de los lugares sagrados en cuestión. Este problema ya fue notado por McCown quien comentaba que el documento era "de más valor desde el punto de vista del folklore que desde la perspectiva arqueológica" (1945: 333-334). No está claro si McCown, u otros comentaristas del documento se percataron de que las huacas mencionadas estaban dispersas a lo ancho de toda la provincia de Huamachuco. El hecho de que los lugares sagrados están ampliamente desparramados por toda la provincia, unido a la falta de información precisa, hace muy difícil la ubicación de las huacas con los métodos arqueológicos clásicos. Yo me he acercado al problema de modo diferente: He usado los modernos mapas topográficos1 en un intento de identificar lugares mencionados en la relación, con topónimos sobre los mapas. Este método ha dado resultados en la identificación de localizaciones aproximadas en muchos de los lugares sagrados.

He revisado sitios2 en las áreas en que habían sido localizados lugares, sagrados, pero sobre la base de solamente la inspección superficial, nunca fue claro si el sitio arqueológico era de hecho un lugar ceremonial.

Realmente, aún excavando un lugar puede resultar ambiguo. Un ejemplo que pone de manifiesto lo que decimos es el reporte de Hans Korkheimer (1944) sobre un sitio Ilamado Cerro Huallio, en las cercanías de Cachicadán. El sitio tenía huecos esculpidos en la roca viva tanto en las vertientes de peñas como en superficies horizontales que fueron interpretadas por él como cámaras mortuorias. Una de estas cámaras en la roca podría ser interpretada como una cueva superficial donde los padres encontraron la huaca guallio. De la descripción de esta huaca uno podría esperar encontrar algunos implementos de tejidos, huesos de cuyes en o alrededor de la cámara y, por supuesto, el sitio podría ser fechado en el Horizonte Tardío (1476-1532 d.C.) o en el Período Colonial Temprano. La limitada información acumulada en el reporte de Horkheimer no permite fechar con seguridad el sitio y tampoco nos proporciona descripción alguna sobre los artefactos encontrados.

Con frecuencia hay más de un sitio arqueológico en el área y no es claro cuál o cuáles están relacionados con el lugar sagrado mencionado en la relación. Mis reconocimientos proporcionan los siguientes ejemplos de esto:

Mi interpretación de la Relación sugiere que, en los alrededores de Cerro Quinga y Cerro Urpillao, estaban ubicados importantes lugares sagrados en el último período prehispánico y en los primeros tiempos coloniales (ver ff. 7v., 10 y 10 v y el examen que hago de las principales huacas más abajo). Hemos inspeccionado dos sitios (figuras 7 y 8) en la ladera sur del cerro Quinga, pero ambos, probablemente, datan del Período Intermedio Temprano (del 300 a.C. al 600 d.C.) y por esta razón es inverosímil que puedan ser relacionadas con los lugares ceremoniales mencionados en la Relación. Por supuesto, que, en este caso el documento no describe la huaca y ésta puede haber sido el mismo cerro y no un monumento construido por el hombre. Hay también, alrededor del cerro Urpillao, un cierto número de sitios provenientes de varios períodos; uno de éstos, el cerrro Rodogay (figura 9) estuvo ocupado durante el Horizonte Tardío (1476 al 1532 d.C.). Este cerro, entonces, probablemente era al menos contemporáneo con la huaca mencionada en la Relación y puede tratarse de la ciudad despoblada vista por los padres. Por otro lado, la ciudad deshabitada podría haber sido cualquier ruina de las varias que hay cerca del Cerro Urpillao. Hay también tres grandes conjuntos (figura 10) con gruesas paredes construidas de enormes piedras localizadas entre el Cerro Rogoday y la ladera del Cerro Urpillao los cuales podrán corresponder a la descripción de "Una casa muy suptuossa y dos casas para el servicio de la guaca" (f. 10) o a las "otras tres casas en que llegaba la gente que venía a las fiestas" (f.10v); sin embargo, según colecciones de cerámica de la superficie y el estilo arquitectónico, estos conjuntos están fechados al final del Periodo Intermedio Temprano (300-600 d.C.). Por tanto habrían sido abandonados mucho tiempo antes que Ilegaran los padres y quemaran los edificios de la huaca.

Si las identificaciones de los lugares próximos que proporcionamos en este trabajo para las huacas descritas en la Relación son correctas, puede esperarse que el futuro trabajo arqueológico clarificaría todavía más la identificación de estos centros ceremoniales con lugares concretos. Sin embargo, sólo algunas huacas y prácticas religiosas mencionadas en el documento tienen referencias específicas de localización.

Otras huacas y prácticas religiosas son de naturaleza más genérica, pero a pesar de eso, pueden ser cotejadas con materiales arqueológicos. Probablemente el mejor ejemplo de un ídolo genérico sea xulcamanco (Fig. 11) descrito como una placa de piedra en la que está pintado un hombre flanqueado por dos perros. Este motivo es común en la parte norte del Callejón de Huaylas, Conchucos y Huamachuco (Schaedel 1948; 1952).

Una de las prácticas religiosas comunes descritas por la Relación (ff. 3v y 4) parece ser específica de Huamachuco. El documento refiere como, para adorar a ataguju, el pueblo plantaba un alto palo en un corral, se sacrificaban cuyes y llamas con cuya sangre el palo era untado. Los asistentes festejaban comiendo sanco y la carne de los animales sacrificados, bebiendo gran cantidad de chicha y bailando alrededor del palo. Los huesos de las víctimas eran colocados en algunos nichos o poyatillas en las paredes del corral. De hecho, se ha observado que los corrales tienen usualmente una de las paredes muy alta. La fiesta duraba cinco días.

Estos corrales tienen un gran parecido con lo que yo he llamado "galpones nichados" (niched halls) (Topic, 1986). Eran construcciones grandes de más de 13 m de ancho por 60 m de largo y muros de más de 9 m de alto.

Originalmente estos muros estaban techados y colocados en torno a un patio. Los nichos eran colocados en hilera equidistante 2 0 3 mts. uno del otro en la cara inferior de uno o más de los muros. Hemos identificado un cierto número de esos edificios en sitios ubicados en los alrededores de Huamachuco, tales como Marca Huamachuco (Fig. 12a), Cerro Sazón y Viracochapampa (Fig. 12b). En estos sitios, las construcciones fueron edificadas, aproximadamente entre el 400 y 800 d.C. y, probablemente, fueron dedicadas a festejar a los linajes y a los ancestros cuyos huesos estaban colocados en los muros (Topic 1986; T. Topic y J. Topic 1990).

Los sacerdotes agustinos podrían haber confundido muy fácilmente las ruinas de estas construcciones con "corrales"; de hecho, algunos de estos edificios, en Marca Huamachuco, han sido usados como corrales en los tiempos modernos. Excavaciones realizadas en este lugar han mostrado que, al menos algunos de estos edificios remodelados y retechados, se encontraban todavía en uso durante el periodo Intermedio Tardío (1000-1476 d.C.), pero no hay evidencias de que continuasen en uso en el Período Colonial Temprano. Los agustinos mencionan que edificios de este tipo eran numerosos en la provincia. Nosotros hemos notado galpones nichados en Coyor, un lugar cercano a Cajamarca, como también en Cerro Sulcha y Paradones, al oeste del Cerro Quinga. Pero, además, el galpón nichado de Huamachuco es de forma similar al tipo de construcciones incaicas llamadas kallanka (Topic, 1986) las cuales también fueron ocasionalmente usadas para celebraciones festivas (Garcilaso 1966 ¿1609?: 426). Los agustinos pueden haber reconocido la similitud y haber visto estos edificios provenientes de periodos distintos como un único tipo de construcción.

La ceremonia descrita en la Relación (ff.3v y 4) es, en algunos aspectos, parcialmente similar a la fiesta celebrada en Huamachuco todos los años, en agosto, en honor de la Virgen de Alta Gracia. El 29 de julio, un largo palo (en realidad todo un tronco de árbol de más de 40 mts.) es llevado al pueblo y clavado en la plaza. Este palo es usualmente cortado en uno de los caseríos cercanos a Huamachuco, al menos, un mes antes de la fiesta, de modo que pueda secarse. El 29 de julio es arrastrado y llevado a la plaza por un grupo numeroso de personas desde donde ha sido cortado. Para el traslado, los hombres que lo llevan, no siguen caminos trazados; lo que realmente hacen es tomar la ruta más directa y derecha posible. Cuando llegan al pueblo, el palo es pintado de rojo y blanco (colores de la bandera peruana actual) y se le amarra un gallardete. Mientras el palo está siendo preparado, la municipalidad ofrece chicha a los hombres. En el mismo día, pero más temprano, ha sido cavado un hoyo en el extremo superior de la plaza. Después de amarrarlo con sogas, el palo es introducido en el hoyo. Entonces cientos de hombres, tirando de las cuerdas y empujando con palos más pequeños (de entre 6 a 15 mts.), trenzados en forma de tijera, levantan lentamente el tronco del árbol. Una vez levantado, se echa la tierra en el hoyo sujetando la base del tronco. Acto seguido se danza y se bebe en torno al palo.

Me han contado que similares levantamientos de palos ocurren en Santiago de Chuco, Marcabal y El Toro; yo mismo he visto el palo elevado cada año en el barrio Cruz de la Bendición, en los arrabales de Huamachuco y en el caserío de Viracochapampa. En todos estos lugares, el levantamiento del palo ocurre muy a fines de julio. La fiesta de Huamachuco dura todo el mes de agosto y el palo permanece en la plaza durante toda la fiesta. AI terminar la celebración, el palo es quitado. Yo no he visto la bajada del palo pero me han informado que ésta también es un espectáculo impresionante.

La fiesta actual no es, ciertamente, idéntica a la forma de adorar a ataguju que los agustinos describen; con todo, nos proporciona alguna luz sobre la antigua ceremonia. Lo más notable es el hecho de que en la versión moderna de la ceremonia, la llevada, levantamiento y bajada del palo, son todos momentos muy importantes e impresionantes, mientras que, en la descripción que nos ofrece la Relación, estos actos no son mencionados en absoluto, aunque las ceremonias que tienen lugar una vez levantado el palo (las cuales actualmente se han perdido casi en su totalidad) son descritas con cierto lujo de detalles. Es verosímil que la ceremonia original combinase todos estos aspectos y es probable que uno de los principales propósitos del ritual fuera aumentar la fertilidad de la tierra: agosto es el "mes de abrir las tierras" (Guamán Poma 1980; ¿1615?: 1163). El obvio simbolismo fálico del palo su penetración dentro del hoyo cavado dentro de la pachamama (madre tierra), el acto posterior del rociado con la sangre de las víctimas... todo, en su conjunto, sugiere un acto simbólico y ritualizado de desfloración. La ceremonia, realizada en el contexto de un "galpón nichado donde se encuentran los huesos de los ancestros enterrados en los nichos, enlaza la fertilidad de la tierra con I propagación del grupo que, de hecho, originalmente, salió de esa tierra.

(1) Los mapas topográficos usados son de 1:1,00,000. Carta Nacional, hojas 16f (1976), 16g (1977), 16h (1973), 17f (1975), 17; (1980) y 18g (1971). Todos estos mapas son parte de la serie de la primera edición producida en 1968, 1969 y 1970 e impresa en los años que se han indicado por el Instituto Geográfico Militar (Lima).

(2) El trabajo arqueológico tuvo lugar desde 1977 a 1989. Desde 1977 hasta 1980 el trabajo fue parte de un proyecto de reconcimiento de las fortificaciones de las vertientes occidentales de los Andes. Desde 1981 hasta 1989 el reconocimiento y las excavaciones fueron realizados en el área de Huamachuco. Duran todas las temporadas, el trabajo de campo fue apoyado por Consejo de investigación en Ciencias Sociales y Humanidades de Canadá o su predecesor el Consejo de Canadá, con algunos fondos de la universidad de Trent. También agradecemos al Instituto Nacional de Cultura por conceder el permiso para realizar el trabajo. Teresa Lange Topic co-dirigió ambos proyectos, su trabajo y el trabajo dedicado de un gran número de estudiantes tanto peruanos como norteamericanos hicieron que los proyectos, además de exitosos, fueran agradables.

(3) Los nombres de las huacas y los seres míticos en la Relación se presentan en caracteres cursivos. También he seguido al manuscrito casi siempre en su práctica de no escribir con mayúscula los nombres propios excepto cuando se encuentran en el inicio de una cláusula.

4) Esta descripción se apoya en observaciones personales. El Sr. Roosevelt Campana recogió la información sobre el traslado del palo al pueblo por el trayecto más directo posible mientras trabajaba en nuestro proyecto; es una observación importante porque muestra que el concepto de ceqque (González Holguín 1952, 1608?: 81; Cfr. Zuidema 1964) todavía es vigente en la sierra norte. También estamos en deuda con los Sres. Wilfredo Ledesma y Alcides Quesada por sus conversaciones.



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