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Conclusiones

Se inició este articulo con una crítica a la interpretación predominante que comparaba al imperio Huari como análogo al Inca. Así, se han señalado las contradicciones entre esta interpretación y los datos disponibles al enfatizar la ausencia de evidencia para la conquista militar, el almacenaje estatal y el patrocinio de la hospitalidad por parte de una entidad de un nivel de estado. Al parecer, no hay evidencias de coerción, explotación económica o administración centralizada. Las contradicciones exigen el desarrollo de una perspectiva nueva y se ofreció una que parte de los datos norteños.

La perspectiva norteña admite un rol central y preeminente para el sitio de Huari durante el Horizonte Medio, con influencia estilística y social extensa en los Andes centrales. Pero, a la vez, enfatiza que el proceso fue vi-direccional, algo muy evidente en los elementos arquitectónicos que tienen sus raíces en el norte: chullpas y mausoleos, edificios de dos plantas, edificios con techos de tierra y tepe, y especialmente los galpones nichados y galerías dispuestas alrededor de patios. Mientras que algunos de estos elementos tienen distribuciones espaciales extensas en el norte, los galpones y las galerías son más típicas de Huamachuco.

Es preciso entender la complejidad del paisaje social en el norte y la variación entre distintos patrones de enterramientos en la zona. Las chullpas y los mausoleos enfatizan al individuo y su conexión con sus antepasados en una línea restringida, mientras que los galpones nichados subrayan la importancia del grupo corporativo. En Huamachuco existen ambos patrones a fines del Periodo Intermedio Temprano. Esta variación reflejó una tensión en la fábrica social que promovió cambios significativos durante el Horizonte Medio en el norte que, a la vez, fueron difundidos al sur por medio de Huari.

Los cambios descritos en Huamachuco son significativos precisamente por que desafían preceptos del modelo evolucionista y la interpretación tradicional de Huari. Según estos modelos, la jerarquía emergente, implicada por el mausoleo con entierros de elite en Cerro Amaru, debió ser el ímpetu que facilitó el desarrollo de una sociedad compleja capaz de unificar un territorio extenso con una población diversa; por otro lado, la multiplicidad de enterramientos en los galpones nichados, no muy bien diferenciados entre sí, deben ser asociados con pachacas más igualitarias que típicamente mantienen límites sociales que las aíslan una de la otra, inhibiendo el crecimiento de una sociedad compleja. La evidencia disponible sugiere que los modelos evolucionistas sirven para un punto: durante el Periodo Intermedio Temprano en todo el norte se encuentran chullpas y mausoleos en un contexto de complejidad social incipiente; estas tumbas deben pertenecer a los líderes de las pachacas. Pero hubo una innovación crucial huamachuquina que invirtió el modelo: esta innovación fue el agrupamiento de los galpones de distintas pachacas en un único lugar, lo cual permitió la unificación por alianza de poblaciones grandes en un contexto de igualitarismo teorético entre pachacas. En Huamachuco se calculó que la población unificada así fue del rango de unas 5000 personas, llegando a la máxima integración durante el Horizonte Medio tardío en Marcahuamachuco.

Viracochapampa, como Marcahuamachuco, fueron planificados como sitios en los que la gente podía reunirse por pachacas separadas e independientes para festejar a sus ancestros. Los autores postulan, aunque no se puede comprobar aún, que tanto en Viracochapampa como en Marcahuamachuco las pachacas asistieron al mismo sitio a la vez, afirmando así la cohesión del cuerpo social mayor. Pero, en contraste con Marcahuamachuco, el plano de Viracochapampa demuestra una visión del paisaje social mucho más estructurada de las pachacas que formaban la sociedad, incorporando tanto una división dual como una reducción de la variabilidad entre ellas. Así, Viracochapampa combina la veneración de ancestros al modo huamachuquino con una organización trascendente del paisaje social probablemente traída de Huari.

Combinaciones de las dos tradiciones son reconocibles también en el mismo Huari, Batan Urqu y, especialmente, en Pikillacta. Los datos de Huamachuco, Pikillacta y Huari sugieren que la combinación de las tradiciones tuvieron lugar durante el Horizonte Medio 1B. Aunque otros sitios, como Azángaro, Jincamoco, Cerro Baúl, etc., comparten atributos arquitectónicos derivados de Huamachuco, no tienen, al parecer, los galpones nichados asociados con la tradición huamachuquina de la veneración de ancestros. Posiblemente, la reorganización de Huari durante el Horizonte Medio 2 incluyó cambios en los rituales asociados con estos.

Al comienzo se planteó la posible cuestión de que si fueron individuos, grupos o instituciones los que patrocinaban las actividades rituales. En un sitio como Cerro Campana, la evidencia indica que la misma pachaca trabajaba en conjunto, probablemente guiada por un líder o curaca, para construir el complejo y acumular las necesidades rituales. El mausoleo de Cerro Amaru proporciona un ejemplo del poder ritual y económico de un curaca del Periodo Intermedio Temprano y Horizonte Medio en Huamachuco. Durante la misma época existen evidencias de otra tradición mortuoria en Marcahuamachuco, una tradición más inclusiva y enfocada en el grupo entero de ancestros de la pachaca en vez del líder de ella. El plano de Marcahuamachuco y la variación en sus edificios sugieren que cada pachaca construyó su galpón níchado y galería independiente de las otras, pero con algo de coordinación entre ellas.

La construcción de Viracochapampa requería más coordinación, pero tampoco implicaba un esfuerzo hercúleo. Se analizó la mano de obra invertida en la construcción de Viracochapampa (Topic 1991: 160): 14 pachacas, al emplear sólo unas 40 personas cada una y al trabajar sólo 40 días del año podrían haber construido el sitio en menos de 20 años (una generación). Al parecer, las pachacas tuvieron poblaciones del rango de 200 a 300 personas, o sea más o menos 40 a 60 familias nucleares; la mano de obra para construir Viracochapampa es significativa, pero está lejos de ser onerosa. El plano de este complejo (Fig. 16) indica que los muros mayores fueron sólo trazados, mientras que las pachacas enfocaban sus esfuerzos en la construcción de las galerías y, especialmente, de los galpones nichados.

Aunque Pikillacta es mucho más grande que Viracochapampa, el proceso de construcción también duró mucho más tiempo. McEwan (1991: 116) señala que el sitio tuvo una ocupación de 200 años y que la construcción avanzaba por sectores, con galpones nichados todavía en el proceso de construcción en el momento del abandono (McEwan 1998: 72, 85). En el mismo Huari, Isbell et al. (1991: 42) señalan que una adición al grupo-patio de Moraduchayuq probablemente fue construida por los mismos residentes.

Al contemplar el fenómeno Huari desde la perspectiva norteña, se ve que durante el Horizonte Medio 113 las evidencias no reflejan la presencia de un estado burocrático y coercitivo motivada por la explotación económica de una población subyugada por la fuerza militar. La ausencia de fortificaciones y almacenaje, que podrían apoyar tal estado, es significativa. En cambio, los restos arquitectónicos sugieren una filosofía trascendental cuya motivación es poner orden en el paisaje social estructurándolo a base de la descendencia y la dualidad. Los datos revisados sugieren que esta filosofía tuvo raíces múltiples: las chullpas de Chota, las ventanillas de Cajamarca, los galpones nichados de Marcahuamachuco, el mausoleo de Cerro Amaru, el enterramiento de Pashash, los mausoleos del Callejón y las tumbas del sector de Cheqo Wasi, en Huari, muestran una preocupación por los ancestros a fines del Periodo Intermedio Temprano. Las raíces múltiples reflejan ideologías que comparten entre sí esta preocupación por su veneración y, a la vez, distinciones entre ellas.

Lo que se observa durante el Horizonte Medio IB es una síntesis de las tradiciones múltiples del norte, especialmente Huamachuco, y Huari. La síntesis transcendía el conflicto que, al parecer, existía entre el enfoque individual y el enfoque común, promulgando una visión del paisaje social inclusa, uniformista y dual. En un nivel intermedio, hay indicios de agrupaciones de dos, tres o cuatro pachacas que indican alianzas entre ellas al nivel menor de las dualidades que estructuran la sociedad integral. Esta síntesis, que resultó en una filosofía que transcendió el espacio y el tiempo, la vida y la muerte, pudo haber motivado a las pachacas a hacer cosas grandes de manera voluntaria bajo el liderazgo de visionarios.



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