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Una perspectiva norteña


La interpretación del fenómeno Huari como homólogo del estado Inca deriva mayormente del concepto histórico del "horizonte tiahuanacoide". A pesar de que ahora se reconocen a Huari y Tiwanaku como culturas independientes, el interés y el debate en torno al rol de Tiwanaku en el origen y el desarrollo de Huari continuan vigentes (Cf. aportes en este número). Las culturas norteñas, en cambio, han sido vistos como receptores pasivos de la influencia huari. Pero, precisamente por el hecho de que los datos críticos contradicen la interpretación derivada de la perspectiva huari tiwanaku, es útil desarrollar un nuevo armazón interpretativo partiendo de una perspectiva norteña.

Por haber investigado en la sierra norte desde 1977, y ante la presencia de datos nuevos, los autores tuvieron que modificar ideas preconcebidas. Se llegó a la sierra de La Libertad después de haber investigado las culturas Moche y Chirnú, con la expectativa de que las culturas serranas serían menos desarrolladas y más marginales en comparación con las civilizaciones costeñas (v.g. Topic y Topic 1978). Pero, contrariamente a ello, sorprendió el hecho de la presencia de grandes sitios distribuidos por toda la provincia antigua de Huamachuco, desde las márgenes occidentales de la vertiente oeste hasta la ceja de la montaña, con arquitectura monumental construida en un estilo propio de la zona. Inicialmente se propuso una unidad política centralizada con su capital en Marcahuamachuco (Figs. 1a, 1b) (Topic y Topic 1986; J. Topic y T. Topic 1987; T. Topic 1991; J. Topic 1991).

Acercándose a las interpretaciones actuales de Huari y Tiwanaku, se propuso que la uniformidad del horizonte arquitectónico, con asentamientos provinciales e instalaciones ubicadas estratégicamente en los caminos, era resultado de una expansión político-cultural. Siguiendo con esta interpretación, se continuaron las investigaciones en la última mitad de la década de los ochenta, buscando las evidencias que podrían confirmar esta hipótesis: conseguir fechados para poder sustentar una expansión desde Marcahuamachuco a las márgenes de la provincia y una correlación entre la expansión y la presencia de fortificaciones; asimismo, buscar evidencias de diferenciación social, v.g. a través de la artesanía especializada, el status de los entierros o arquitectura atribuible a una elite y, de manera especial pruebas de la existencia de almacenaje estatal. No es posible revisar todos los resultados obtenidos, pero, en términos generales, estos datos apoyan la interpretación de un área extensa cuyos habitantes compartieron ideas culturales comunes, por ende un área unificada en términos culturales. En cambio, los datos no apoyan la interpretación de un estado centralizado con Marcahuamachuco como capital. Mientras que no cabe duda que este complejo fue el centro preeminente en la zona durante la última parte del Periodo Intermedio Temprano y el Horizonte Medio, hubo que modificar la interpretación profundizando a otro nivel de comprensión del proceso histórico (Topic y Topic 1990, 1992).

Actualmente, los autores consideran que Marcahuamachuco fue un centro ceremonial en el que la gente aledaña se congregaba para celebrar fiestas y rituales en honor de sus ancestros. La perspectiva norteña se basa en esta interpretación nueva y enfatiza la importancia de la descendencia, la organización social al nivel de la comunidad y la cooperación entre los integrantes de la comunidad; en cambio, aminora la importancia de un control centralizado de la economía y el proceso político, del mismo modo que no es aplicable el planteamiento de un rol de coerción policial y militar.

De modo evidente, la centralización política y económica, y el monopolio de las fuerzas de coerción son aspectos asociados de manera tradicional con el desarrollo del estado. Según los modelos evolucionistas, un estado debe tener mucho más influencia que una sociedad a un nivel pre-estado. La perspectiva norteña, en cambio, afirma que las sociedades complejas no-estatales pueden ejercer una influencia significativa. Desde hace años se sabe que la cerámica de Cajamarca estuvo muy difundida durante el Horizonte Medio. Además, las formas cerámicas cajamarquinas más difundidas son precisamente aquellas asociadas con la hospitalidad ritual como cucharas, tazones bien elaborados y decorados. La cerámica cajamarquina fue también incluida en ofrendas rituales, como la de Ayapata (Ravines 1968, 1977). La extensa distribución y el contexto ritual en el que se encuentra la cerámica Cajamarca es un indicador de prestigio para esta cultura norteña.

Huamachuco, el vecino sureño de Cajamarca, es más conocido por sus restos arquitectónicos. Los autores han demostrado que la tradición arquitectónica de Huamachuco fue una fuente de innovación para la arquitectura huari (Isbell 199la: 300; McEwan 1998; Topic 1986; Topic 1991). Más específicamente, los elementos arquitectónicos derivados de la tradición huamachuquina incluyen dos tipos diferentes de edificios monumentales. En vista de que la arquitectura monumental constituye un ambiente construido que sirve como escenario o telón de fondo para las actividades públicas de una cultura, las actividades que tenían lugar en estos dos tipos de edificios en sitios huari probablemente fueron semejantes a aquellas que tenían lugar en sitios huamachuquinos. Por eso, conviene describir los dos tipos de edificios en su forma clásica, como se encuentran en Marcahuamachuco, e interpretar su función. Luego se trazarán los antecedentes de los edificios y se los compara con contextos huari.

El primer tipo es un edificio largo y angosto denominado "galería". Generalmente se divide en cuartos, cada uno con su propia puerta. Estas puertas se encuentran, en su mayoría, en una de las dos fachadas largas, mientras que la otra rara vez las tiene. Las galerías pueden ser rectangulares, pero más común es una forma curvilineal o circular, que encierra y define un patio sin techo (Fig. 2). Con frecuencia, estas galerías tienen dos o más plantas, con las vigas de los pisos superiores soportadas por voladizos de piedra.

El segundo tipo de edificio, el "galpón nichado" (Fig. 3), es largo pero más ancho que la galería. Mientras que las galerías miden más o menos de 2,5 a 3 metros de ancho, los galpones nichados de Marcahuamachuco varían entre 5 y 12 metros de ancho con 60 metros de longitud. Además de tener una planta grande, los galpones nichados también poseen cielorrasos altos; por su estado de conservación es difícil especificar su altura, pero hay varios casos que miden más de 4 metros. Los galpones en Marcahuamachuco tienen entre una y cuatro puertas; como las galerías, las entradas en los galpones tienen acceso sólo por uno de los muros largos, el cual sirve como "frente" del galpón. Generalmente, estos galpones tienen una hilera de nichos en la cara interior del muro trasero y algunos tienen una hilera adicional en la cara interior del muro frontal. El tamaño y el espaciamiento de los nichos varían, pero, por lo general, tienen dimensiones entre 35 centímetros y 85 centímetros por lado y la distancia entre ellos es de unos 3 metros (Topic 1986).

En Marcahuamachuco, las galerías y galpones nichados tenían diferentes funciones. En las galerías se hallaron fogones, piedras de moler, restos de comida y, mayormente, cerámica utilitaria, lo cual sugiere la presencia de espacios domésticos. Es útil compararlo con la cancha, otro patrón andino de arquitectura doméstica con mayor distribución en espacio y tiempo: en primer lugar, las primeras son mucho más grandes que las canchas. Una galería circular (Fig. 4) tiene un diámetro de aproximadamente 60 metros; secciones de la galería tienen de dos a tres pisos y el espacio encerrado por la galería constituye un patio con otros edificios rectangulares interiores. Parecida a la cancha, la forma del edificio con todas las entradas que dan acceso a un solo patio indica una alta frecuencia de interacción entre los habitantes.

En el área de la Portada Occidental (Fig. 1a), hay una galería curvilineal que corre cientos de metros y sus bucles, en forma de herradura, encierran espacios que contienen otros edificios; en este caso, mientras la galería es más grande y más abierta, tiene la misma característica de enfocar la interacción entre los habitantes. Mientras que la cancha alberga una familia extendida, las galerías albergan una unidad social mucho más grande que los autores denominan pachaca. En referencia a la región norte, la literatura colonial utiliza la voz pachaca para referirse a un grupo social que equivale al ayllu (Rostworowski 198 l). A pesar de que en Quechua la voz pachaca significa 100 y fue utilizado en la división decimal de los incas para un conjunto de 100 tributarios (o unidades domésticas), en el norte la pachaca tiene un número variable de familias extendidas, relacionadas por la descendencia, que reconocen a un líder único (Topic 1998: 119)

Este galpón está ubicado en la plaza empedrada (Cf. Fig. 20) y fecha al Horizonte Medio. Los techos probablemente fueron construidos utilizando vigas, cañas, tierra y tepe. Remy 1992: 72-75 y anexo N.º l). Además de ello, tiene terrenos en común y es asociada con un paisaje. Por lo disperso y alejado de estos terrenos, sin embargo, la territorialidad no es muy definida. La pachaca forma la unidad política básica y sus integrantes colaboran en obras públicas. Al momento del contacto hispánico, las pachacas eran, con frecuencia, apareadas y denominadas allauca e ichoc (derecho y izquierdo). Un número variable de pachacas eran agrupadas para formar unidades sociales y territoriales más grandes denominadas huarangas. La voz huaranga significa mil tributarios en el sistema decimal de los incas y debe contener 10 pachacas, pero en el norte, aparentemente, las huarangas fueron compuestas por números variables de pachacas.

Los autores plantean que las galerías albergaban unidades sociales parecidas a las pachacas. Las galerías de Marcahuamachuco son de varios tamaños y quizá albergaban pachacas de distintas escalas; la galería en la Fíg. 4, por ejemplo, podría haber albergado fácilmente unas 200 a 300 personas. Así, el número de integrantes de una pachaca es mucho mayor que el de una familia extendida correspondiendo al mismo rango que las pachacas descritas durante la época colonial.

Los nichos sirvieron en primer lugar para ofrendas, pero, en algunos casos, fueron reutilizados durante el Periodo Intermedio Tardío para contener entierros. Sin embargo, la característica más notable de los galpones nichados es la cantidad de huesos humanos colocados en los muros. Estas «tumbas murales» se componen de huesos soterrados y sellados dentro de las dos caras de los mismos muros junto con pocas ofrendas. Al parecer, los huesos fueron colocados allí después de haberse extraído las partes blandas. En un caso se encontró un húmero humano con huellas de cortes que sugiere que la carne adherida fue sacada con un cuchillo antes de sepultar los huesos. La mayoría de los huesos, en cambio, fueron depositados después de haberse cumplido el proceso natural de descomposición. Tal vez los cuerpos eran enterrados de manera temporal en una de las tumbas asociadas con algunos de los galpones nichados (Figs. 5>, 20) (Topic 1986: Table l)

Los muros de las galerías fueron construidos en segmentos verticales y las junturas entre segmentos están marcadas en el plano (de Loten 1987: Fig. 17), en otras aisladas en la parte sur del Cerro del Castillo. Estas construcciones pequeñas consisten de piedra, se levantan sobre el nivel del suelo y tienen accesos pequeños.

Después de la descomposición de la carne, los huesos fueron enterrados en los muros. Todavía no se sabe con seguridad si lo fueron durante la construcción inicial del galpón o después de ella, rompiendo la cara del muro para colocarlos y sellar el contexto posteriormente. Uhle excavó algunas tumbas murales intactas a comienzos del siglo pasado, lo cual sugiere que hubo huellas visibles de la tumba en la cara del muro. Según Uhle, estas tumbas contenían entre dos y ocho individuos con pocas ofrendas burdas (McCown 1945: 237). Por las huellas dejadas por los huaqueros, parece que las esquinas y los espacios sobre los dinteles fueron los lugares preferidos.

De este modo, se interpretan los galpones nichados como ambientes dedicados a la veneración de los ancestros. Además de los huesos, se encontraron restos de comida y la cerámica asociada tiene una mayor frecuencia en tazones, cuencos y cucharas decoradas que aquella existente en otros contextos en Marcahuamachuco. La presencia de comida y vasijas sugiere que su colocación era precedida por actividades rituales dentro de un evento festivo. No se han encontrado las cocinas para la preparación de comida, pero en un caso se encontró un edificio circular (Fig. 6) que podría haber servido para almacenaje, ya que tiene una forma parecida a los almacenes encontrados en el vecino sitio de Cerro Amaru (Cf. Fig. 15) (Topic y Topic 1984; J. Topic 1991; Topic y Topic 1992; Topic y Chiswell 1992). El galpón ilustrado en la Fig. 6 tiene un área techada de aproximadamente 400 M2; con la terraza y el patio podría haber acomodado fácilmente de unos 200 a 300 participantes en las fiestas celebradas.

De este modo, en Marcahuamachuco existen edificios monumentales que albergaban pachacas y otros cuya función consistía en la veneración de los ancestros de estas pachacas. Estos dos tipos de edificios, junto con los patios, plazas, tumbas y estructuras asociadas, constituyen la mayor parte del inventario arquitectónico de este complejo. Sobre la base de estas observaciones, se concluye que éste debe haber sido un centro ritual en el cual se congregaban diferentes grupos de un área, con un radio de quizás 20 kilómetros, para venerar a sus ancestros. Debido a la falta de agua en la meseta, esta gente sólo se reunía en la estación de lluvias. En otras palabras, Marcahuamachuco fue ocupado solamente por temporadas por pachacas distintas e independientes, pero unidas por el acto compartido de venerar sus ancestros en un único centro ritual. De allí resulta que, pese a que las construcciones fueron a una escala verdaderamente monumental, hay pocos indicios que esta monumentalidad servía para legitimar a una elite, separándola de la masa de la población. En cambio, señalan que la monumentalidad servía para mostrar la integridad de la pachaca como un modo de organización social que honra la integridad tanto en la vida como en la muerte.



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