La arqueología científica en la divisora entre los ríos Marañón y Huallaga. lo que se ha considerado como el "Parque Nacional Río Abiseo (PNRA) y zonas de influencia", nació en 1965 con la primera expedición al entonces recién descubierto Gran Pajatén (Rojas Ronce 1966. Pimentel G. 1967, Bonavia 1968). Durante las siguientes décadas varios arqueólogos peruanos y extranjeros han contribuido al conocimiento más amplio de la cronología de ocupación humana del parque, tanto como patrones de asentamiento regionales. Aunque el complejo funerario de Los Pinchudos anteriormente se ha considerado como tumbas de sociedades inmigrantes recién ingresadas a la ceja de selva, ahora podernos apreciar el monumento como edificación de sociedades complejas de origen y desarrollo local dentro del bosque nublado. Aquella evolución cultural surge de ocupaciones humanas en la ceja de selva desde fines de la época Pleistocena. es decir, unos 10.000 años antes del presente (Lennon et al. 1989; Church 1996, 1999). Si se combina la evidencia de todos los sitios arqueológicos investigados intensivamente hasta la fecha se puede confeccionar una secuencia casi completa de la ocupación prehispánica regional. La evidencia mas amplia e informativa procede de las excavaciones arqueológicas en los sitios Cueva Manachaqui y Gran Pajatén (Church 1994, 1996).
La Cueva Manachaqui es un abrigo rocoso ubicado a 3,650 m.s.n.m. en la zona ecológica subalpina del limite superior del bosque. Los depósitos estratificados del abrigo rindieron material litico y fechas radiocarbónicas que indicaban por lo menos tres fases de ocupación precerámica. Una variedad de datos de los pisos ocupacionales sugiere que el abrigo sirvió de campamento temporal para cazadores hasta los últimos siglos del periodo precerámico. época durante la cual hay evidencia palinológica de la práctica de la agricultura dentro del valle, por grupos que probablemente utilizaron el abrigo como habitación semi-permanente o estacional.
Alrededor de los 1500 años a.C. se introdujo el uso de la cerámica al abrigo. Los análisis de los estilos alfareros presentes indican comunicaciones con las sociedades tempranas de los bosques móntanos de la sierra de Cajamarca y otras tal vez mas al norte. Hacia el fin del Período Inicial (alrededor de los 900 años a.C la Cueva Manachaqui asumió el papel de abrigo temporal donde pernoctaron los viajeros que transitaban por las redes de intercambio interregional que surgieron durante el Horizonte Temprano.
La cerámica correspondiente a los años 900 y 400 a.C. tiene semejanzas fuertes con los estilos Chorrera y Upano de regiones ecuatorianas. Después de un vacío en la secuencia de unos 200 años, se vuelve a utilizar el abrigo.
Los datos arqueológicos extraídos de las excavaciones en Gran Pajatén indican que las poblaciones de la región comienzan a asentarse dentro del bosque en la parte alta del valle Montecristo a comienzo de! Período Intermedio Temprano. Simultáneamente se encuentran en ambos sitios de Gran Pajatén y Cueva Manachaqui frecuentes restos de camélidos y otros indicios que los dos lugares comenzaron a funcionar dentro de sistemas bien organizados de intercambio interregional que unían esta zona con la costa y la selva. No se han identificado restos de materiales que correspondan a los años 700 y 1000 d.C. en Gran Pajatén ni en la Cueva Manachaqui, aunque se encuentran restos pertenecientes al Horizonte Medio en otros sitios corno Cueva Negra (Chirimachay). Se registran después en varios sitios ocupaciones no muy definidas correspondientes al Período Intermedio Tardío.
La expansión Inca dejó amplia evidencia por toda esta zona. Aparentemente el abrigo Manachaqui seguía funcionando dentro de sistemas de intercambio tal vez dirigidos en una manera indirecta por los Incas. Lo cierto es que se encuentra evidencia abundante de comunicación interregional en forma de estilos e iconografía, tanto como cerámica foránea, minerales preciosos, etc. Durante el Horizonte Tardío encontramos construcciones impresionantes dentro del bosque como los edificios principales de Gran Pajatén y del sitio La Playa. Es en este momento final de la época prehispánica en que las sociedades de la cuenca del Montecristo alcanzaron una florescencia cultural manifestado por logros extraordinarios en la arquitectura y en el trabajo lítico. Las tumbas de Los Pinchudos caen dentro de esta nueva tradición arquitectónica decorativa en el valle Montecristo. Otros sitios menos conocidos como Cerro Central también deben pertenecer a las nuevas normas arquitectónicas, estilísticas y estéticas.
AntecedentesEscobedo en 1967. En 1975, Alex Cabrol toma unas fotos del conjunto donde se puede apreciar aríbalos incaicos dentro de los edificios y un cráneo fuera de uno de éstos, lo que demuestra que el sitio fue profanado antes de 1975 (Bonavia 1998). Luego, en 1980. el arqueólogo Federico Kauffman Doig. fue quien estudió el lugar. denominándolo "Los Pinchudos" en referencia a los falos prominentes de las estatuas que cuelgan del edificio 5. En 1985 la Misión Arqueológia de la Universidad de Colorado al mando de Thomas Lennon. levantó un croquis del sitio y documentó en detalle los elementos arquitectónicos durante 1986, complementando con una recolección de cerámica de superficie.
El equipo Colorado concluyó que el monumento fue construido durante la época de hegemonía incaica (1470-1532 d.C. Enseguida, nuevas investigaciones de Kauffmann se centraron en la elaboración de planos mas detallados del conjunto y en una descripción de los edificios. El arqueólogo Jesús Briceño Rosario elabora dos informes técnicos en 1991 y 1996 respectivamente, reportando el estado de conservación del sitio y el estado critico de cada uno de los edificios. H arqueólogo Daniel Morales Chocano presenta un informe técnico en el año de 1996, indicando el peligro que corren los mausoleos por su precario estado de conservación. Asimismo la misión científica de APECO en 1998, realizó un diagnóstico sobre la situación de la parte occidental del Río Abiseo y su área de influencia.
Descripción del sitioEn el contexto natural del Parque Nacional Río Abiseo, se ubican importantes sitios arqueológicos, destacando abrigos rocosos, estructuras ceremoniales, viviendas, plataformas, terrazas, caminos y cámaras funerarias. Entre los sitios más conocidos se encuentran las Ruinas del Gran Pajatén (también llamado Abiseo) y el mausoleo conocido como Los Pinchudos; éste último ubicado a 2860 m.s.n.m. sobre la margen sur del río Montecristo, afluente del Abiseo. El sitio consiste en un conjunto de ocho unidades arquitectónicas en un nivel y una unidad arquitectónica debajo del primer nivel (que la hemos denominado Edificio 7A); las cuales se encuentran en un angosto abrigo rocoso, definido y protegido por la estructura geológica en voladizo, en la cual se construyó este conjunto funerario que mide 30 m de longitud por 3.50 m de ancho, y presenta una diferencia de niveles de 5 m entre un extremo y otro.
Cabe indicar que en las paredes del acantilado hay evidencias de pintura rupestre de color rojo y representan circulos, no siendo tan exquisitos como en Laguna de los Cóndores (Von Hagen 2000. fig. 4).
Entre el Conjunto Funerario y el abismo, aún se conserva el angosto camino que da acceso a todo el sector, su ancho varia entre 0.25 m y 1.20 m, y se encuentra seriamente afectado en sus bordes por las visitas y la fragilidad de la roca.
Los edificios se construyeron sobre el lecho de la roca y sobre piedras trabajadas. Estos varían en tamaño y forma (semiredondo a rectangular, aunque todas las formas son irregulares). B piso de algunos edificios, está constituido por lajas de piedra y se utilizaron piedras de tipo pizarra con mortero de arcilla para construir sus paredes. En los techos se usaron vigas de madera, cubiertas con lajas de piedra. Un aspecto que se debe destacar es la iconografía de los Edificios 1. 3, 5 y 8; donde la pared exterior muestra motivos geométricos cuidadosamente elaborados, utilizando lajas de pizarra. H efecto visual de la técnica es escultural, apreciándose un mosaico lítico. En estos frisos, los constructores aplicaron barro con arcilla logrando una superficie lisa, sobre la cual aplicaron los colores rojo, blanco, amarillo y negro.
El excelente estado de preservación de Los Pinchudos se debe a la exposición hacia el norte del precipicio. El intenso sol tropical da un micro clima donde las cactáceas y la vegetación xerofítica con la lluvia predominante del valle, arbolan el ambiente. Ahí se conservan cinco estatuas (originalmente eran seis) de madera que cuelgan de los aleros del Edificio 5. Los rastros de pigmento aún visible en las estatuas indican que estuvieron pintados (tradición de los Chachapoyas de pintar sus estatuas como en la Laguna de los Cóndores. La preservación excelente de fragmentos de textil y otros artefactos perecederos es comparable a lo encontrado en Laguna de los Cóndores (Von Hagen y Guillen 1998; Von Hagen 2000). Estos micro climas áridos permitieron que los Chachapoyas entierren y preserven los restos de individuos distinguidos y familias, permitiendo que estos cumplan su papel después de morir. La selección de sitios como son los precipicios o farallones, refleja la necesidad de evitar la cercanía o la acción de extraños y la alteración de los cadáveres; además de permitir miradores excelentes para los antepasados y así tener una vigilancia eterna de las tierras y actividades de la comunidad.
Textos: Ricardo Morales Gamarra,Luis Valle Alvares,Warren Church y Luis Coronado Tello