El inventario de los sitios, resultado de las prospecciones emprendidas en la zona situada entre los valles costeños de Chicama y realizadas entre los años de 1972 y 1996, que formó parte de un proyecto arqueológico regional cuya meta principal desde el inicio fue estudiar el periodo más antiguo de la ocupación humana en la costa peruana, estos restos fueron dados a conocer por primera vez por Rafael Larco Hoyle (1948) y Junios B. Bird (1948: 27), nombrándolas "Complejo de Paiján - Pampa de los Fósiles", a lo que sustituimos por la brevedad el nombre de Paijanense, siguiendo a Lumbreras (1969:43).
No solamente los sitios del Paijanense son particularmente numerosos en esta zona, todo indica que fue más densamente poblada que otras zonas del litoral peruano para esta época tan remota.
El resultado del registro de los sitios Arqueológicos de la Zona de Cupisnique y la margen Derecha del Valle de Chicama han permitido que dicho inventario tenga la consistencia y madurez científica desplegada por el esfuerzo desarrollado de varios años en una sola región en las áridas regiones costeñas del Perú, la cual era poco conocida desde el punto de vista arqueológico, No se puede negar que los valles han sido siempre las zonas más densamente pobladas y por esta razón han atraído a los arqueólogos mucho más que las zonas desérticas, siendo estas un conservatorio extraordinario de las actividades del hombre prehispánico.
Actualmente se conoce 211 sitios en Cuspisnique y 205 lugares en Chicama, siendo un total de 416 sitios para esta zona. La mayoría tiene dos a más componentes cronológicos-culturales como:
Las prospecciones de estos últimos años han permitido ampliar de manera significativa el conocimiento del área de extensión del Paijanense que, al principio se creyó únicamente restringida a la costa. Mientras más avanzábamos en el interior de las quebradas y en el flanco occidental de la cordillera, más evidencias se obtenía.
No solamente las quebradas fueron densamente ocupadas por sitios paijanenses, sino también existen evidencias suficientes en la parte baja de la zona. Los talleres de puntas de Paiján, donde la talla bifacial es evidente por la enorme cantidad de desechos, no crean ninguna duda. Pero la asociación no fue tan obvia con las canteras de bifaces (anteriormente atribuidas a un "complejo Chivateros") y que fueron interpretadas en base a la proximidad, la materia prima trabajada y sobre todo la tecnología (Bonavia 1979, 1982; Chauchat 1979).
Los sitios de campamento o viviendas del Paijanense plantean otro tipo de problema, generalmente, tienen muy pocos artefactos diagnósticos como puntas de proyectil. Han sido asimilados al Paijanense en base al mismo razonamiento.
Las excavaciones en Pampa de los Fósiles y Ascope y las numerosas observaciones en toda la región, han confirmado que pertenecen al complejo paijanense (Chauchat 1989, 1992). Puede quedar todavía un interrogante en lo que refiere a los numerosos campamentos en las quebradas, que no tengan ninguna evidencia de punta de proyectil en la superficie.
Las investigaciones de estos últimos años han ampliado de manera significativa el área de extensión del Paijanense que, al principio, se creyó únicamente restringida a la costa. Mientras más avanzamos en el interior de las quebradas y en el flanco occidental de la cordillera, más evidencia se tenía, tal es así, de un asentamiento importante en esta zona sin que se encuentre el limite oriental o superior (en altura) de este poblamiento. No solamente las quebradas son densamente ocupadas por sitios paijanenses hasta donde se pueda llegar, sino también que existen evidencias suficientes en la parte baja de la sierra para afirmar que hubo también ahí, alrededor de 2000 metros s.n.m. una ocupación notable de los Paijanenses.
En "La Pampa", al oeste del pueblo de Trinidad, el mayor componente del sitio PV22-199 está constituido de material lítico paijanense en superficie, con posiblemente varios millares de utensilios, entre los cuales, durante un examen rápido, se encontró una punta de Paiján típica en cuarcita. Algunos centenares de metros mas al este, el sitio 200 proporcionó dos fragmentos de piezas foliáceas, una en cuarcita y la otra en toba volcánica, así como un pequeño unifaz tosco y muy gastado. La presencia no circunstancial sino permanente del Paijanense en está bien establecida. Se debe remarcar que no hay ningún obstáculo natural que, de está zona, impida el paso al valle de Cajamarca, a lo largo de la cresta divisoria de aguas entre las cuencas de Chicama y Jequetepeque.
No se puede dejar de mencionar uno de los descubrimientos recientes más importantes en las quebradas interiores, un abrigo rocoso con pinturas probablemente Paijanenses. La Dirección del Inventario estuvo bajo la responsabilidad del Dr. Claude Chauchat.